La mayor salida para la expresión de iniciativa, imaginación, entusiasmo, auto seguridad y precisión de objetivo es la fe. La mente humana es una máquina intrincada diseñada para conseguir cosas. El poder que genera esta máquina procede del exterior de la mente, y la fe es el portal principal por el que obtenemos acceso pleno y libre a ese tremendo poder.
El mecanismo que abre esa puerta es el deseo o la motivación. No hay otra manera de abrirla. Se abre por grados, que dependen de la intensidad de esos mismos deseos o motivaciones. Solo un deseo ardiente la abrirá del todo.
Un deseo ardiente va acompañado de un profundo sentimiento emocional. Las motivaciones absolutamente lógicas no consiguen abrirla tanto como las que surgen del corazón.
La fe, al liberar la mente de las limitaciones humanas, elimina trabas como la intolerancia. ¿Qué es la intolerancia si no una mente cerrada? Así como la oscuridad se evapora con una simple luz, la intolerancia es eliminada cuando abrimos la mente al influjo del poder que le da al cerebro la visión para abarcar todas las realidades de la vida en vez de solo unas pocas.
La fe nos proporciona las perspectivas más amplias sobre el mundo que nos rodea y la gente que vive en él. Esa perspectiva labra el camino para una mejor comprensión de todas las relaciones humanas; de ese modo la fe sustenta todos los rasgos de una personalidad agradable.
También nos brinda el poder para ver más allá de todos los obstáculos mundanos, para imaginar soluciones e ideas nuevas en nuestro camino hacia el logro individual. Como con acierto dijera alguien: «Allí donde la fe es guía, el individuo no puede perder el camino».
El poder de la fe es inagotable. Es el recurso renovable definitivo, un reflejo del deseo del Creador de que la usemos de todas las maneras posibles.
Cualquier persona consigue con facilidad el poder de la fe. No hay que pagar nada. Sencillamente se obtiene mediante el deseo de usarlo.
Las únicas cosas sobre las que tenemos control absoluto son los pensamientos. La única privacidad real que tenemos está en la mente. Allí es donde podemos hacer uso pleno y completo del poder de la fe para eliminar las limitaciones de la mente.